Pasé de no poder pisar un gimnasio, a plantearme competir en powerlifting, competir y quedar primera de mi categoría y quinta del total; pasé de no confiar en mi, a confiar en cada levantamiento, porque el 80% de las veces lo levanté, pero el 20% que fallé y seguiré fallando no pasa nada, “aprender a fallar”; pasé de tener verdadero terror hacer sentadilla, a que sea mi mejor movimiento (en los ojos correctos no es un problema medir 1,56); además pasé de no encontrarme bien en algunos movimientos, a aplicar sus directrices y volver a resurgir; todo esto, el trabajo suyo, trabajo en equipo, junto con la tranquilidad de tener al lado a tales profesionales han conseguido motivarme por algo. Han sacado lo mejor de mí, apretando cuando hay que apretar.